Redes...

Evangelización y nuevas tecnologías

En la 68 Semana de Misionología celebrada en Burgos, los días 6 al 9 de Julio de 2015, Mons. Raúl Berzosa, Obispo de Ciudad Rodrigo, impartía la conferencia: “La nuevas fronteras de la Missio ad gentes: ad extra (los nuevos signos de los tiempos) y ad intra (Evangelii Gaudium). Durante la misma, haciendo referencia a las nuevas tecnologías, ofrecía, en forma de decálogo, lo que él consideraba acentos y prioridades para la misión en las nuevas fronteras (Internet).

No pude evitar extrañeza, pues me llamó la atención, que sólo cargara sombras sobre las nuevas tecnologías, desdeñando cualquier actitud autocrítica en los métodos de evangelización de la Iglesia cuando se adentra en este nuevo “continente”. El propio Papa Francisco no pudo evitar hacerse la siguiente pregunta en el Mensaje XLIII para las Jornada Mundial de las Comunicaciones: “¿Somos capaces de comunicar este rostro de la Iglesia?. Por otro lado, no me causó menos extrañeza el hecho de que no mencionara ninguna de las iniciativas que la Iglesia ya está realizando, con muy buenos criterios y resultados, en el campo de la “evangelización en red”, ejemplo de ello es la labor de iMisión o la red de blogs interconectados de Obras Misionales Pontificias,  planteando este decálogo sólo como retos a conquistar o como labor pendiente de hacer.

Creo, sinceramente, que las Redes Sociales nos están planteando, a los cristianos, retos ineludibles más allá de ellas mismas.

Necesitamos “codificar nuestro mensaje” y adaptarlo para poder entrar en diálogo con nuestros “nuevos” interlocutores, pues,  ¿de qué vale tener un tesoro sino se le reconoce como tal?. Este criterio ya lo asumió Jesús de Nazaret sin miedo a perder “fondo” por adaptar la “forma” en favor del otro: si se encontraba ante pescadores hablaba del Reino en términos de pesca: barca, redes, pescar; si se encontraba con labradores en términos de labranza: arar la tierra, semillas, podar la vid, jornaleros; si se encontraba ante mujeres hablaba de hacer pan, de la levadura, etc. Curiosamente con Nicodemo se dió  una conversación de “fondo” y “calado” que terminó siendo des-encuentro.

Otra de las cuestiones que las redes nos plantean es nuestra capacidad de escucha. Estamos acostumbrados a un discurso "doctrinante” revestido de autoridad dónde nuestro interlocutor no encuentra margen posible para cuestionar, apoyar o discrepar, y terminamos olvidando que la Iglesia no sólo es maestra, sino también madre, y tan importante como educar es acoger.

Esto nos lleva a otro reto fundamental: se nos pide ser más testigos y menos predicadores. Los contenidos son fundamentales, pero es en la calidad de nuestras acciones humanas en la que damos testimonio de una vida reconciliada en Cristo . Sería necesario reconocer que, a veces, entre nuestro discurso y nuestra vida se evidencia una distancia difícil de salvar. Las redes, en este sentido, reclaman autenticidad. No en vano Benedicto XVI dijo en el XVI Mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales el 5 de junio de 2011: “Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital”.

Dicho esto expongo el decálogo de Mons. Raúl Berzosa, que también apunta a cuestiones importantes y fundamentales.

1.- Las nuevas tecnologías de comunicación acentúan el presente (“presentismo”); “lo mejor está en el presente y el futuro será más y mejor de lo mismo”. Recuperar la memoria, para comprender el presente.

2.- Las nuevas tecnologías de comunicación logran borrar las barreras entre lo real y lo virtual. Hasta la chica o el chico ideal, y tu familia se pueden fabricar en Internet (ejem. Programa“SecondLife” y posteriores actualizados). Recuperar el yo real.

            3.- Las nuevas tecnologías rompen la barrera del tiempo cronológico. En ellas, con ellas y por ellas se puede “regresar al futuro“, instalarme en el presente o crear, interactivamente, el futuro. Recuperar el valor del tiempo.

            4.- Las nuevas tecnologías favorecen y propician una comunicación rápida y simultánea, un intercambio de información vertiginoso. Recuperar la capacidad de contemplación: “Hemos perdido la sabiduría por la mucha especialización; y ésta por la mucha información” (T. Elliot).

5.- Las nuevas tecnologías, te introducen en redes de comunicación donde tu persona y tu intimidad, no se sabe muy bien en manos de quién están. Recuperar la intimidad y privaticidad real.
            6.- Las nuevas tecnologías abren inmensos e insospechados campos lúdicos. Se experimenta la vida como un juego, donde, en jerga freudiana, el yo-niño prevalece sobre los otros “yos”. Recuperar la adultez-responsabilidad de mi vida y de mis actos.

            7.- Las nuevas tecnologías producen la sensación de la temida prepotencia, del poder abarcar todo y en todos los campos. Los medios refuerzan el individualismo y el marcado endiosamiento narcisista. Recuperar la relación los demás y una sana “vulnerabilidad”.

            8.- Las nuevas tecnologías estimulan a la prisa por los resultados. En el mínimo tiempo, los máximos resultados. Hombres y mujeres de hoy esperan y desean éxitos y satisfacciones inmediatos, a costa de lo que sea (síndrome del drogadicto y del invernadero). Recuperar el valor de los procesos a medio y largo plazo, y del esfuerzo y sano sacrificio.

9.- Las nuevas tecnologías, aparentemente abren horizontes cosmopolitas (“la aldea global”), pero en realidad contribuyen a crear un mundo doblemente dual: por un lado, los conectados y los no conectados a la gran red; y, por otro lado, entre los conectados, los de primera categoría (los ricos) y los de segunda (que sólo participan de las migajas tecnológicas). Recuperar la solidaridad.

            10.- Las nuevas tecnologías favorecen un mundo inmanente, y donde el misterio y lo trascendente se confunde con lo esotérico y sensacionalista. Recuperar el genuino relato cristiano.

Para llevar a cabo este cometido, no podemos ocultar algo obvio: “No hay misión sin misioneros”.

Para terminar matizaré algo de esta última afirmación. Parto del principio de que evidentemente “no hay misión sin misioneros”, pero ¿de qué misioneros estamos hablando?. Internet tiene sus reglas, su “ritmo”, un lenguaje nuevo: más rápido, más corto, más visual… que requiere otra forma de interpretar y traducir la realidad (no el fondo sino la forma), y no podemos pensar la “evangelización en red” al margen de esta realidad. Por tanto no sólo requiere que nos planteemos lo anteriormente expuesto, sino además, asumir que los agentes de la nueva evangelización deben salir de entre los “nativos” de este mundo digital. Para ello debemos saltar las fronteras de nuestras sospechas: los jóvenes son más superficiales y menos auténticos, más consumistas, menos comprometidos, más vulnerables, etc. 

Necesitamos no sólo “cambiar el chip” sino, además, comprender que son las nuevas generaciones quienes tienen más posibilidades de asumir esta “nueva evangelización”. Les podemos transmitir valores, criterios, sentido, formación, espiritualidad… “fondo”, pero no “forma”. Esto tampoco justifica nuestro deber de aprender a adaptarnos para poder reconocer “los signos de los tiempos” y saber hacer reconocible el tesoro que hemos heredado de manos de Jesús de Nazaret. Podemos y debemos enseñar, acompañar y transmitir criterios para vivir mejor y con más sentido en medio de la “era tecnológica” que nos ha tocado vivir. Podemos y debemos aportar luz entre tanta sombra, pero no sólo desde la sospecha sino también desde la confianza.

Como dijo Fernando Pessoa: “Llega un momento en que es necesario, abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.”

________________________
● Alvaro Real. “Iniciativas como iMisión o Evangeliazión Digital buscan testimoniar la fe en Internet”; nº 2.830 de Vida Nueva.